viernes, 26 de junio de 2009

No me quejo

La muerte de Michael Jackson es la noticia del momento, es imposible apreciar un medio que no lo tenga de primera plana. Cuando nos enfrentamos a la mortalidad de un presunto inmortal; esto nos hace reflexionar sobre nuestro valor limitado, y al mismo tiempo meditar en lo mucho que tenemos aun cuando nos quejamos por lo poco que poseemos.



No me quejo por mi vida,
Por la espina entre la rosa,
Por la espiga entre el trigo,
Por la avispa que me inca.

¿De que color son las rosas?
Blanca-rojas,
¡Son hermosas!
Una-una docena,
Entregada al merecer
En la mano o en el pecho,
Igual es el placer.

Después de la lluvia sale el sol.
Después de la noche, nace un día.
Vivo hoy y otro día,
Otro día como hoy,
Y otro día no estaré.

No me quejo por mi vida;

¡VIVO ESTOY!

miércoles, 24 de junio de 2009

Regresar



Cruzas el rió al otro lado
en busca de nuevas tierras,
nuevos horizontes,
algo mejor.
Siembras una semilla
de tu fruta favorita
y el frió la marchita.
El sol calienta la piedra,
te bañas en sudor,
espejismo se hace claro.
Miras la luna su esplendor,
recuerdas cuando eras niño,
miras atrás y te enamoras,
el corazón añora,
cantas las canciones viejas,
tomas el vino de tu tierra
y te emborrachas en tus memorias.
Rodeado de fantasmas
viviendo en soledad
y anhelas el día cuando puedas
cruzar el rió al otro lado;

Regresar.

sábado, 20 de junio de 2009

Abuelo

Hoy dedico este espacio a la memoria de mi abuelo. Demasiado corto el interludio que compartimos. Eterno en mi corazón su risa y amabilidad.



Mi abuelo Ortega
Nació inocente
Por el año 1903.
Ateo criado,
Comunista dedicado.
Rojo de sangre,
Rojo de Corazón,
Rojo de motivación,
Hasta aquel día
Que su ideal triunfó
En su patria adoptada.
Ojos vendados,
Una vida engañada.
Quedo defraudado
Por un sueño violado.

En el zenit de sus días
A Dios clamo.
¡Todo lo demás; en vano!

martes, 16 de junio de 2009

Fruta

Siempre la memoria sobrepasa la realidad. Pero en esta era de manipulación genética y sobre fertilización, comemos más, pero no mejor.


¿Fruta?
Ceda usurpadora,
Defraudas mi conciencia,
La memoria de mi infancia
Cuando a tu semejante disfrutaba
En un huerto de tu especie.
Por el tiempo y la distancia
El aroma se extingue.
Insípido paladar,
Insisto quiero regresar
A aquel viejo lugar
Con un puñado de sal;
Verde o roja, fragante igual
La tomatera de mi abuela.

jueves, 11 de junio de 2009

Dias de lluvia


En estos días de tanta lluvia, la melancolía se levanta proporcionalmente con los niveles de los canales y lagos en la ciudad de Hialeah. Me dio por recordar mi niñez, cuando en la finca de mi abuela, salía bajo la lluvia para perderme en los potreros o en la manigua a la orilla de la granja, con solo una tiradera y un puñado de piedras en el bolsillo. Nunca tuve buena puntería, mis marcos solían ser los arboles de roble, las frutas y cuando me sentía un Hércules, estiraba la liga al máximo con la esperanza de derivar unos palmiches de una de las tantas palmas reales en aquel rincón de Camagüey. Fue en una de estas excursiones, que por razón ilógica de la niñez, apunte mi tiradera a unos de los patos de abuelita. Las piedras, la tiradera, mis manos, mis ojos, todo estaba mojado. Quizás fue la humedad que alineo mi mala puntería y en esta ocasión logre alcanzar el blanco. El pato comenzó a dar frenéticos aletazos, estos duraron lo que me pareció una eternidad, seguramente solo fue cuestión de segundos. Cuando el pato quedo totalmente inmóvil, corrí hacia el grosor de plumas. En ningún momento pensé sobre el rico fricase que abuela podría prepara con mi presa, no me imaginé a mi abuelita con la sonrisa feliz que ella me regalaba a menudo cuando yo le hacia una gracia, mas bien pensé todo lo contrario, que clase de cocotazo me esperaba en la casa de guano a la orilla de la manigua. Me tire de rodilla a la yerba mojada y pronto las lagrimas y la lluvia se intercambiaban en mi cara. No recuerdo si hice una oración o no, pero conociendo a aquel niño muy bien y bajo las circunstancias, estoy seguro que fueron muchas las plegarias. Quede plasmado antes mis fechorías. Pasaron varios minutos, mientras yo analizaba la mejor solución a mi dilema. Podía eliminar la evidencia en lo profundo de la manigua, lanzarlo en la corriente del rio, dejarlo en el lugar donde estaba y dejar que un perro o gato pagara la culpa. O podía llevárselo a abuela con la esperanza de una cena.
Algo inesperado, y si no estuviera hablando de un pato, hasta se pudiera decir milagroso, el pato repente menté se enderezo y con su meneo de lao a lao se alejo de mi lo mas rápido posible.
El se salvo de la olla de mi abuela y yo de sus pescozones.
Guarde mi tiradera, corrí hasta la casa, me quite mis ropas mojadas. Abuela me dio un cafecito caliente y me acosté a dormir la siesta.
Más nunca lance una piedra en dirección de los animales de abuelita.

miércoles, 3 de junio de 2009


Hoy se cumplen diez años desde que me entregue sin arrepentimiento.

Con tu sonrisa alegre y frágil
Conquistaste mi corazón,
Con tus besos dulces y tiernos
Me quitaste la razón,
En tus ojos me perdí
Y no me quiero encontrar,
En tus brazos aprendí
Lo que es poder amar.

Desde el día que te conocí,
Mi vida no es igual,
Estoy entre las nubes
Tengo alas para volar,
Que dicha esta mía
Contigo me pude casar,
Por el resto de mis días
Contigo quiero estar.

I love you honey...

lunes, 1 de junio de 2009

Reclamo


Reclamo el derecho para mover las caderas, caminar donde quiera, montarme en una bicicleta china, ir hasta el fin del mundo.
Reclamo el derecho para viajar en una guagua, tren, avión, barco sin tener que pedirle permiso a “Big brother”.
Reclamo el derecho de comprar un pasaje con moneda emblemática de José Martí y no la de un rey, una reina, un no se quien.
Reclamo el derecho de viajar como cubano, no como extranjero con pasaporte prestado.
Reclamo el derecho a una balsa lenta en un rio frio que no tenga sal, que no salga al mar, sin tener destino, para disfrutar.
Reclamo el derecho de vivir en la montaña en el valle en la costa en el campo en la ciudad en donde me de la gana, ¡y a ti que te importa!

Reclamo el derecho de vestirme amarillo y azul como un papagayo por cualquier motivo, sin rojo, sin verde olivo.
Reclamo el derecho de no marchar, no hacer guardia, dejar de ser voluntario obligado. (“Toma chocolate, paga lo que debes”).
Reclamo el derecho a la herencia de mi abuelo, de mi padre, de mi hijo. Te comiste lo que era mío, solo te queda la indigestión.
Reclamo el derecho a la mujer cubana, que sea mía sin compartirla a un extranjero con más dinero.
Reclamo el derecho a la familia unida bajo el mismo sol, arando la misma tierra, mascando la misma caña.
Reclamo el derecho de comerme una vaca entera, un caballo, una jutia, empacharme, morirme de colesterol, comer sin control.
Reclamo el derecho de clamar a Dios en mi hogar, en mi templo, en mi ciudad, a mi manera sin leyes intrusas, sin tu nariz sucia.
Reclamo el derecho que no tengo, me lo quitaron, no me lo dan.

Reclamo el derecho de tener derechos.
Reclamo el derecho por mi Cuba.
Reclamo el derecho de vivir en libertad.